martes, 28 de marzo de 2017

Cuisine and culture

I have based this discussion on three mainly authors that I consider they are very well focused on the topic we are talking about. These authors are: Landweber (2015), Rumbado Martín (2011) and Civitello (2008).

I would like to start asking: Why do we eat like we eat? Why this way and no other way? Is it well seen to admire other culinary culture and ignore ours? Is it the influence of other cultures, especially French as much important as our ancestry? What is the relation between food, culture and health in all times?

As you see there are many questions that could be a little bit ambiguous but the true is that it is vital that our behaviour at the tables is due to and there’s no doubt it is to our culture and the demographic accident we were borne. Good or bad this is what we have to accept and it is our responsibility as professionals to face on and develop our cuisine and exalt our virtues and history.

I don’t know why we are so fallen in love with French Cuisine knowing that they do not love ours at least in the grade and level we exalt theirs. It is my personal appreciation that their cuisine is not as new and delicious as ours, theirs is too heavy and greasy, and their sauces are full of tallow. Let put two things on the table: one is the delicatessen an perfection they print in their food and the way they prepare it, this is absolutely honourable and worthy and before this we have a lot to learn, but on the other hand is the way they cook, that in some aspects it is not healthy at all, it is delicious in deed but not necessarily healthy. Only to do a reflection I would say that the culture is important, the ancestry is important, the influence around the world is important but we are not condemned to eat something it is bad for our bodies.

Civitello (2008) says: “Food is one of the ways humans define themselves as civilized.” Another thing to consider is the identity in food such us religious, culture, family, costumes, etc. for example French identity is connected to white bread, southern Italians on tomato sauces. It also implies political questions. After the French objected to the United States invasion of Iraq, Some Americans refused to eat French fries. (Civitello, 2008, p. 15)



To understand the changes that are occurring in our food and in the gastronomy in general it is necessary to know their evolution through the centuries. There is an abundant bibliography dealing with this constant evolution, but perhaps there is a book that explains it in a very concrete way, explaining how the kitchen taught to speak and how it shaped the man. According to Faustino Cordón, in his work Cook made Man, "talking about culinary tradition is talking about our own history."  (Cited in Rumbado, 2011, p. 7)

Throughout history, there is a spectacular advance of the kitchen, from the discovery of fire, considered as the beginning, to the current kitchen with high technology. Each impulse has occurred on an earlier fact. In this sense, many ingredients have disappeared or have been forgotten, both because of resource depletion and others because of changes in the tastes of societies. The fact is that food has changed and will continue changing the behaviours of humans, just because we love eating and we do anything just for eat something.



References



Rumbado, M. E. (2011). Cocina creativa o de autor (UF0070). Málaga, ES: IC Editorial. Retrieved from http://www.ebrary.com

French Historical Studies, Vol. 38, No. 2 (April 2015) DOI 10.1215/00161071-2842542

Civatelo, L. (2008). Cuisine and Culture: A History of Food and People. Retrieved from https://goo.gl/1nsISh



lunes, 27 de marzo de 2017

El Valle del Cauca y su cocina

A manera de introducción

Detrás de ese simple hecho de pasar a la mesa está la cocina, con la cuidadosa selección de los alimentos en el mercado. La cocina es sabor y el sabor es el recuerdo. Si no, ¿dónde colocar las recetas de las abuelas? Colombia se hace con sencillez en torno a unos sabores. Para hacerla, para hacer a Colombia, se muele finamente el maíz, se ponen los frisoles en hojas de laurel, se mezcla el choclo, se calienta el hogo, se pilan los plátanos, se ralla la yuca, se adoban las carnes, se atiende al clima, se pone al fuego, en fin, se piensa lo que es nuestro, nuestro punto de hervir, nuestro atollado y nuestro atollamiento, nuestros corozos y nuestras corazas, nuestras potecas.

Me crié en la preciosa Región Andina, específicamente en el departamento del Valle del Cauca y Antioquia y viejo caldas, cocina marcada de sabores ancestrales que se conservan hasta el día de hoy en mi vida. En este trabajo me concentraré solo en el Valle de Cauca por la inmensa añoranza que hay en mí ya que la mayor parte de mi vida las viví en estos hermosos valles.
En el Cauca el centro de gravedad espiritual fue siempre Popayán… En armonía con una apreciación de Barney Cabrera (1987), el Valle es “tierra de recién llegados, país de advenedizos (sin que aquí el término lleve implicaciones peyorativas), el vallecaucano carece de raizales de verdad, no cuenta con ‘vallunos viejos’, sino por excepción”. (Citado en, Moreno Blanco, 2012, p. 99)

Este trabajo es producto de una investigación juiciosa, leyendo con detalle y escogiendo aquellos pasajes puntuales y haciendo una “exégesis” de los mismos. Un trabajo eminentemente investigativo.


El Gran Cauca
A manera de preámbulo

Durante la Colonia y el nacimiento de la República, el “estado del Cauca” ocupó en el mapa de Colombia prácticamente la tercera parte del país. No era, ni es, una región natural sino administrativa, y gastronómicamente conserva ese tono. La región cultural es, en este caso, una suma de etnias y paisajes. Indígenas, blancos herederos de la tradición hispánica, negros africanos y el cruce de todos tras cinco siglos. La ciudad líder de la región durante la Colonia fue Popayán, enclavada sobre el gran nudo de los Andes y en el camino natural hacia Ecuador y Perú. Era una ciudad rica puesto que bajo su administración estaban las grandes zonas auríferas, y la minería representó para el imperio español el verdadero renglón de ingresos.

Geográficamente, la región es diversa y contrastada. En el Macizo Colombiano, gran nudo de los Andes, está la mayor parte de volcanes activos del país. Es un territorio quebrado, húmedo en grandes zonas y seco en extensas regiones. Aloja el bosque húmedo andino alto, al que se le da el nombre de páramo, recinto de vida condicionado por el trópico y que no se repite en ninguna otra parte del planeta; y la selva lluviosa tropical en las laderas y planicies de la Cordillera Occidental cuando mira hacia el Pacífico; o extensos valles por cuyas fértiles tierras corre el río Cauca.

El aceite, elemento básico para las frituras y que reemplaza a la manteca o grasa de cerdo es, al parecer, aporte de las etnias negras que lo extrajeron, como en sus tierras natales, de frutos oleaginosos de palmas. A los esclavos se les debe la incorporación del chontaduro, fruto de una palma, en cuya preparación, seguramente, intervino el blanco, dueño de los ingenios donde se procesaba la caña para hacer panela. La incorporación de la sal y la panela para su cocimiento debe ser relativamente nueva, pues los primeros trapiches se instalaron hacia el final del siglo xviii. Es a la cultura negra a la que se debe la permanencia en el consumo de frutos selváticos como el borojó.

De más difícil seguimiento es uno de los principales platos típicos del Valle: el manjar blanco, un dulce de leche al cual se le añade harina de arroz. En términos de historia, su antecedente puede ser español, pero su empaque, una totuma, es el más americano de cuantos sea posible imaginar. En el Valle del Cauca la cocina está en manos de las negras. Bajo la sombra del volcán Puracé, en Popayán, la cuidan las ñapangas, criollas puras porque no son ni españolas ni ya claramente indias. Por eso impera la salsa nativa fabricada con leche, cebolla y maní, al lado de la papa amarilla y el pollo cocido al vapor en cobertura de helechos, como se cocinó la presa de caza en el páramo. Son ellas quienes elaboran los tamales de pipián, pasta de papa criolla y hogo que envolverán en hoja de plátano; y las que fritan las empanadas donde el pipián quedará alojado en una media esfera crujiente que bañará en salsa de maní con picante quien espera en la mesa los platos fuertes.

Desembocando el Gran Cauca en
El Valle de Cauca

Tomado de: https://goo.gl/w4kJLJ



Desde los tiempos de la Conquista surgieron dos polos de atracción cuasi excluyentes, uno al sur –Popayán–, cuyos dominios jurisdiccionales alcanzaron extensas zonas vallecaucanas y del litoral. Y otro que tuvo por sede a Buga. Cali, en medio, fue aldea de paso, foco de comercio, puesto de mercaderes y tratantes, vecindario de esclavos, posada en el camino hacia Buenaventura y jurisdicción de hacendados que en sus vecindades levantaron casas de austera y sabia arquitectura, montaron trapiches para beneficiar azúcar, panela y mieles, criaron ganaderías y se disputaron los poderes económicos y políticos a uno y otro lado del río Cauca.

Fue, pues, la olla vallecaucana una consecuencia de errátil vida social, fogón que ha pasado en el tiempo quizá con tenues variantes, aunque se ha decantado por la mutaciones de gustos y nuevas manifestaciones de la sensibilidad colectiva. Es, en todo caso, el sincretismo de las corrientes indígenas, procedente de todas las rosas del viento, ya de los calambás y jamundíes, de los calimas y pijaos, ora de los yanaconas de la expedición de Belalcázar –quienes tardíamente, es posible, trajeron las extrañas voces de la lengua kkechuwa–, sin olvidar las ramas de los coconucos del Cauca.
Luego también del fuerte acento negroide por la cantidad de gente de ébano que llegó a aquellos meridianos para el cultivo y corte de caña, y para los afanes de fincas dedicadas especialmente a la ganadería (en cuya ciencia los aborígenes eran del todo ignorantes).

Fogones y recetas ancestrales

Esta confluencia de culturas y comidas es la que ha dado sabor a las ricas manifestaciones culinarias del departamento y en especial de Cali, como se puede comprobar cuando uno recorre la plaza de mercado de La Alameda, llena de la fascinación que produce el olor a sancocho de gallina, confundido con el de pandebono, tostadas de patacón, tamales, chontaduro, carantanta, cholados, “arrechón de borojó”, manjarblanco... En fin, una mezcla creativa, mestiza, indígena y afrodescendiente que nos invita, a través del gusto, a disfrutar de distintas tradiciones culturales culinarias, incluyendo las de japoneses y sirio-libaneses llegados desde hace muchos años al departamento.
En el recetario tradicional de esta cocina se incluye con excepcional propiedad el champú, que se ofrece especialmente los domingos o en fiestas regionales.
La sopa de tortilla, en la que aparece gravitando el plátano verde también, aunque este caldo está muy cercano al de Popayán, con los mismos ingredientes y nombre.

De los sancochos



Tomada de: https://goo.gl/laZ14h

El sancocho del Valle tal vez aparece con más simplicidad al vincular sobriamente la gallina con el plátano verde, que debe ser biche, y la yuca harinosa –quizás arrancada al momento de la huerta confidente–. Levantado en la cocción el sabor de este plato suculento con hojillas de cilantro cimarrón y de Castilla. Eso sí, tiene la originalidad de que el plátano verde se parte con las uñas para que no se oscurezca el caldo (los plátanos más indicados para esto son el maqueño, dominico o hartón blanco).

De acuerdo con Moreno Blanco (2012): “Los vallecaucanos tienen a honra proclamar el sancocho de gallina como su plato estrella. Pero este es uno de los hervidos de más universal divulgación en nuestro continente, sin excluir las iluminadas islas del Caribe… No obstante, este preparado carece de originalidad y se ha extendido hasta el extremo de perder identificación local.” (p. 100, 101)

De los Tamales


Tomada de: Ordonez, C. (2012). Gran libro de la Cocina Colombiana. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2012.

El Valle cuenta, en cambio, con otros platos, como los tamales de resplandor y cartagüeños, para que le den el óscar en el estrellato, pues, aunque tienen parentescos con el tamalli azteca y con tantos y tantos envueltos del planeta, brillan con luz propia por su delicadeza. (Moreno Blanco, 2012, p. 101)

Otros platos
Los vallunos también tienen en su recetario variedades de sopas, indios envueltos, frescos, sorbetes, bizcochos y bizcochuelos, pandebonos, empanadas, encurtidos, sancochos (desde luego), fritangas, tortillas, pasteles, granos y tortas.

Características


Ingredientes y técnicas intrínsecas en el producto en sí
•             Dentro de sus técnicas principales se destaca el hervido y la fritura profunda.
•             La yuca: La yuca se hace presente, ya que, al igual que el plátano, es otro elemento básico de esta comida con los pastelitos rellenos de cuajada o queso blanco, que después de sancochar el tubérculo y molerlo se fríen en aceite.
•             Plátano: También están los pasteles verdes con maduro, esponsales bienaventurados del plátano verde y el maduro, elemento tan vernáculo y proverbial en la dieta valluna y en la Costa Pacífica.  Mas sea cual fuere su procedencia bien puede decirse que a la región del Valle le corresponde la cultura del plátano no solo por la habilidad y el cariño con que allí han sabido cultivar diversos géneros de este vegetal herbáceo, sino por el aprovechamiento imaginativo del fruto, esencial en sopas, sancochos, frituras y guisos que le dan cierta autenticidad a la mesa valluna.
•             Envoltorios en hojas de plátano: La trascendencia gustativa del tamal de resplandor consiste en el sabor de la masa de maíz, adobada simplemente con hogao, guiso de jigote, cilantro de Castilla, sal y pimienta.
Contexto político, demográfico y geográfico del Valle del Cauca


En su parte andina, este departamento se encuentra dominado por un extenso y fértil valle con cerca de 200 kilómetros de largo, entre la cordillera Occidental –en la que sobresalen los Farallones de Cali, la Serranía de los Paraguas y el cerro Tatamá– y la cordillera Central. Por este valle corre, de sur a norte, el río Cauca. En el centro y el norte de la vertiente oriental de la cordillera Occidental, este valle alberga una población rural de tradiciones paisas y tolimenses, gente trabajadora y creativa que cultiva caña de azúcar para panela, café, yuca y frutales, y que también se dedica a la cría de vacunos y cerdos. Del otro lado de la planicie está la vertiente occidental de la cordillera Central; comprende un territorio quebrado que va desde las tierras cálidas y ganaderas, pasando por las templadas donde se cultiva café, caña panelera, plátano y frutales, hasta las tierras altas y paramunas en límites con el departamento del Tolima. Es allí, al sur, donde se encuentran los primeros resguardos indígenas del pueblo nasa. El paisaje que se impone en el departamento es pues el inmenso valle del río Cauca, en el que sobresalen los cultivos agroindustriales de la caña de azúcar, y en menor extensión el sorgo, el maíz y la soya.

Desarrollo económico

El Valle vivió un proceso particular de desarrollo gracias a la conformación y expansión de poblaciones como Toro, Cartago, Tuluá, Buga, Palmira y especialmente Cali, cuyos habitantes tuvieron un papel protagónico en las guerras de Independencia. Ya en el siglo xx la agroindustria de la caña se hizo dominante e, infortunadamente, desplazó las fincas campesinas en las que se cultivaban variedades de frutales y productos de pancoger. Al sur del Valle, entre el mar de caña de azúcar, pueden verse aún verdaderas islas de fincas de afrodescendientes que mantuvieron sus tierras y cultivan en ellas cacao, yuca, plátano y frutales.

Cocina Valluna: Cruce histórico de tradiciones culinarias.

Comparte con el departamento del Cauca algunas comidas; tiene una inmensa influencia de los afrodescendientes que han habitado al sur del departamento y en el Pacífico, y es visible igualmente el influjo de la región cafetera del occidente. Este cruce de sabores y tradiciones también ha dado lugar a una culinaria particular: “la cocina valluna”

Hábitos alimenticios en el Valle del Cauca

Desayuno
Un caleño desayuna con jugo de naranja, huevos revueltos, café o chocolate, acompañados de arepa de maíz o patacón, así como queso o requesón. Se acostumbra, en lugar de huevos, costilla de cerdo frita o asada y “calentao”.

Mediasnueves
A media mañana, avena en leche fría o masato, champús, lulada o kumis, todo con pandebono, obviamente.

Almuerzo
Una sopa o sancocho, pero que no falten el arroz y la tostada de plátano. Se acostumbra la carne sudada, algún grano guisado y tajadas de plátano fritas. Un almuerzo puede llevar tamal. Entre los acompañantes están las puerquitas o marranitas, unas masitas fritas de plátano verde triturado y mezclado con pedacitos de chicharrón bien tostado.

Entredía
En la mitad de la tarde, el caleño puede comerse un pandeyuca o un aborrajado, tomarse un kumis, o cucharear un mate de manjarblanco. “Pica” con gusto chontaduros cocidos, mango biche y grosellas, todos con sal.

Cena La cena es ligera.

El caleño “recicla” el almuerzo, pero es frecuente que cene empanadas o fritanga con los amigos.
Recetario básico

Platos típicos ancestrales

El Hogao

Un fondo y una salsa es para los franceses lo que es para los Vallunos y Colombia los hogaos, guisos y refritos.

El hogao es uno de los ingredientes básicos de la comida valluna. Aunque se prepara en casi todo el país, cada región reconoce el suyo como exclusivo.


Hogao Valluno

Fuente: Alberto Ramírez Santos (2008)

Ingredientes

5 tomates maduros pelados y picados 3 tallos de cebolla larga picados 2 cebollas cabezonas peladas y picadas finamente 2 dientes de ajo machacados ½ pimentón picado 1 ají dulce picado (opcional) azafrán o color disuelto en un poco de agua sal, pimienta y comino al gusto 2 cucharadas de manteca de cerdo o aceite

Preparación

Se calienta manteca o aceite en una olla pequeña a fuego medio y se ponen todos los ingredientes a sofreír por cerca de 20 minutos, revolviendo constantemente hasta obtener una salsa suave.


Sancocho Valluno

Fuente: Carlos Ordóñez Caicedo (1986b: 39)

Ingredientes · 8-10 personas 14 tazas de agua 1 libra de hueso de cadera o poroso 1 libra de punta de anca 1 libra de costilla de res picada 4 tallos de cebolla larga 3 plátanos verdes, pelados y partidos con la mano ½ libra de yuca pelada y cortada en trozos 1 taza de picadillo de cebolla cabezona blanca y tomates pintones 2 cucharadas de cilantro de Castilla picado finamente 4 hojas de culantro o cilantro cimarrón sal y cominos al gusto

Preparación

Ponga el agua a hervir con el hueso, la carne, las costillas y la cebolla larga por unos 45 minutos o hasta que la carne esté blanda. Saque la cebolla y añada los plátanos, deje hervir por 15 minutos a fuego alto, agregue la yuca, el culantro y el picadillo, la sal y los cominos. Baje a fuego medio y deje cocinar por 20 minutos sin tapar la olla; póngale el cilantro. El caldo debe quedar claro y con ojos de grasa. Se sirve muy caliente y se acompaña con aguacate, arroz blanco y ají pique.

¡Ojo! No se le ocurra partir el plátano con cuchillo.

Chuleta Valluna

Ver mi preparación aquí: https://youtu.be/Q6Zy7jMsEOY

Chuleta valluna

Fuentes: varias ingredientes · 6 personas 6 chuletas de cerdo medianas o 1½ libra de carne de cerdo (lomo o pierna) cortadas en 6 porciones 1 cebolla cabezona finamente picada 2 tomates maduros sin piel y finamente picados 2 tallos de cebolla larga finamente picados 2 tazas de aguadepanela 1 taza de harina de trigo 3 huevos batidos 1 cucharada de perejil picado 2 tazas de miga de pan 4 limones sal y pimienta al gusto aceite para freír.

Preparación

1. Se sofríen los tomates y cebollas en 2 cucharadas de aceite, añadiendo sal y pimienta al gusto. 2. Si se va a usar un corte diferente a las chuletas, se debe adelgazar previamente la carne con un mazo o una piedra. 3. Se agregan las chuletas al sofrito, así como aguadepanela, y se dejan cocinar las carnes en el guiso. 4. Se retiran del fuego las chuletas y se conservan en el guiso durante 2 horas. 5. Aparte, se hace una colada con huevos, harina, perejil, sal y pimienta al gusto. 6. Cuando llegue el momento, se pone a calentar el aceite. Se saca la carne del guiso, se pasa cada chuleta por la colada y luego por la miga de pan, y se fríen en aceite caliente cuidando que no se vayan a quemar. 7. Una vez estén doradas las chuletas, se sacan del aceite y se escurren muy bien. Se sirven con rodajas de limón, tostadas de plátano y ensalada.

No se vare: en lugar de emplear carne de cerdo, se pueden usar filetes de pescado, carne de res o pechugas de pollo.

Tamales Vallunos

Alberto Ramírez Santos (2008) y Carlos Ordóñez Caicedo (1986b)

Ingredientes
6 personas para la masa ¾ libra de maíz trillado

Para el relleno

1 libra de costilla de cerdo picada en trozos pequeños 1 libra de carne de cerdo picada en trozos 2 cucharadas de alcaparras con un poco de vinagre (opcional) 1 tallo de cebolla larga picado 1 diente de ajo picado 1 taza de hogao valluno ¼ libra de tocino delgado, pasado por agua hirviendo y picado 1½ libra de papas amarillas peladas y picadas en cuadros ½ libra de zanahorias cortadas en rodajas ¼ libra de alverjas verdes cocidas 2 huevos duros cortados en rodajas sal, comino y pimienta al gusto hojas de plátano engrasadas y soasadas para envolver la masa (cuadros de 20-25 cm) pita o cabuya.

Preparación 1. Se remoja el maíz durante 3 días, cambiando el agua diariamente. 2. Se adoban las carnes con sal; se añaden ajo, cebolla larga, alcaparras, comino y pimienta al gusto. Se reservan. Lo recomendado es dejarlas marinar en el refrigerador durante 2 días. 3. Se escurre el maíz, se muele con un poco de agua y se amasa hasta obtener una mezcla suave (si es necesario se cuela). Después se mezcla con un poco más de la mitad del hogao y se sazona con sal. Se agregan las carnes, papas, zanahorias y alverjas, y se revuelve bien. 4. Sobre 2 hojas de plátano, se arman los tamales poniendo suficiente relleno con un poco de hogao y algunas rodajas de huevo. 5. Se aseguran con la pita o cabuya, y se cocinan tapados en agua hirviendo con sal durante 1½ hora. Se sirven con arroz y ají pique.

¡Ojo! Si el agua de cocción de los tamales se llega a evaporar, debe agregarse más agua hirviendo. La tapa de la olla se puede asegurar poniendo entre esta y la olla algunas hojas de plátano.
No se vare: Carlos Ordóñez Caicedo (1986b: 114) explica cómo armar los tamales vallunos. Coloque los 2 cuadrados de hojas de plátano sobre un plato hondo, un poco cruzadas. “Con un cucharón saque porciones, asegurándose de que todos los ingredientes queden representados. Añada 1 cucharada de hogao encima, regadita. Doble la primera hoja y refuércela con la segunda. Repita la operación en otro plato, formando las tapas”. Tome 2 tapas, júntelas por los dobleces y amárrelas fuertemente con las pitas para conformar el “atao”.

Aborrajados

Fuentes: varias

Ingredientes · 8 aborrajados
4 plátanos bien maduros (con la cáscara negra) 1 libra de queso campesino molido o rallado 2 huevos batidos 1½ taza de harina de trigo 1½ taza de leche 1 cucharadita de azúcar 1 pizca de sal 1 pizca de color aceite para freír esencia de vainilla (opcional)

Preparación

1. Se pelan los plátanos y, a lo ancho, se cortan en dos. Luego cada parte se corta otra vez en dos, pero a lo largo. Cuando se tengan las 4 piezas por plátano, se fríen a fuego bajo-medio hasta que doren. 2. Los plátanos se escurren bien y, en una superficie plana, sobre una bolsa plástica engrasada se aplastan un poco con una piedra o un mazo de cocina; se adelgaza cada parte (hasta que mida más o menos 10 cm de largo por 6 cm de ancho), como si se estuvieran preparando patacones. 3. Hecho esto, sobre una porción se empieza a poner queso molido y sal, para luego cubrirla con otra porción. Y así se siguen formando los aborrajados. 4. Aparte se prepara una colada mezclando bien los huevos, harina de trigo, leche, azúcar,  color y, si se desea, 1 cucharadita de esencia de vainilla. 5. Se pasan los aborrajados por la colada e inmediatamente se ponen a freír en aceite caliente hasta que doren. Se escurren y se sirven.

No se vare: no debe preocuparse si al machacar el plátano se vuelve puré, pues con este también puede formar los aborrajados. Recuerde que puede emplear cualquier queso que tenga a la mano.
Champús

Fuentes: varias

Ingredientes · 15-20 personas 1 libra de maíz blanco pilado 1 panela 1 piña mediana pelada 24 lulos maduros pelados 15 vasos de agua azúcar al gusto canela y clavos de olor cogollos de naranja cascarita de limón verde

Preparación

1. Se cocina el maíz en agua hasta que ablande (aproximadamente 1 hora). 2. Aparte, con la panela se hace un melao más bien espeso, enriqueciendo su sabor con canela, cascarita de limón verde, clavos y cogollos de naranja. Se reserva. 3. Se pica la piña menudamente y se cortan 12 lulos en tajaditas. 4. Se ponen a fuego bajo 2 tazas de piña troceada con un poco de azúcar para que se suavice. 5. Con el resto de la piña, los otros 12 lulos y los 15 vasos de agua, se hace un jugo. 6. El jugo de piña y lulo se revuelve con el maíz, el melao previamente colado, la piña suavizada en azúcar y los lulos en tajadas, así como con cascaritas de limón verde para darle un sabor especial. Se sirve en vasos con trocitos de hielo.

No se vare: para dar un poco de espesor al champús, una vez el maíz esté tierno, puede sacar 1 taza de este, la muele o la licúa, y luego disuelve la masa en el agua.


Pandebono

Un antojo valluno de fama internacional es el pandebono, que se consume especialmente en las tardes y se suele acompañar con avena fría.
Fuente: Carlos Ordóñez Caicedo (1986b: 17)

Ingredientes · 10-15 pandebonos
1 libra de masa de maíz fresca ¼ libra de almidón de yuca agrio 2 libras de queso costeño rallado o desmoronado 3 huevos batidos 2 cucharadas de mantequilla sal al gusto
Preparación
Mezcle todos los ingredientes, preferiblemente en batea de palo, y amáselos bien. Luego pase la masa por la máquina de moler fino y déjela reposar. Tome pequeñas porciones y forme bolitas o rosquitas, colóquelas en una lata engrasada, dejando suficiente espacio entre ellas para que al crecer no se peguen. Llévelas al horno precalentado a 350 ºF por 25 minutos aproximadamente o hasta que doren. 


Referencias

Ministerio de Cultura. (2012). Manual introductorio a la Biblioteca Básica de Cocinas
Tradicionales de Colombia.  Bogotá: Ministerio de Cultura.

Moreno Blanco, L. (2012). Palabras junto al fogón. Selección de golosos textos
culinarios y antología de viandas olvidadas / Lácydes Moreno Blanco. Bogotá: Ministerio de Cultura.

Sánchez Enrique, Sánchez C. E. (2012) Paseo de olla. Recetas de las cocinas
regionales de Colombia Enrique Sánchez, Carlos E. Sánchez. Bogotá: Ministerio de Cultura.




martes, 21 de marzo de 2017

Denominación de origen en Colombia

A manera de Introducción

Cocina Colombiana, preciosísima y riquísima, compleja, abundante, histórica y aborigen. Así quiero comenzar este trabajo como una profunda reflexión de nuestra identidad gastronómica. Es una cocina bella, pero olvidada por nuevas generaciones jóvenes que conocen muy bien lo que es una paella, pero no saben lo que es un arroz endiablao. Es una pena que prefieran la cazuela de mariscos española y no sepan lo que es un encacao de camarones, delicia de nuestras costas. De no ser por la preocupación desesperada de muchos investigadores de la cocina colombiana y por la bibliografía que hoy tenemos, migajas del pasado, nuestra raíz cultural gastronómica desaparecería miserablemente como muchos otros credos. Es una pena que nuestra generación no sepa cocinar, o al menos no conoce la riqueza que existe en nuestro país.

Illera (2012) en su libro Nuestras cocinas desde el Nuevo Reino de Granada (siglo xvi) hasta la República (siglo xix), a la luz de los escritos de algunos cronistas y viajeros, expone y resume de manera sencilla pero contundente lo que quiero decir:

Hoy no me puedo imaginar la cocina italiana sin nuestros tomates, ni la francesa y española sin nuestras papas, como tampoco las cocinas y la industria en general sin nuestro maíz. Por vía de la imaginación me enfrento entonces a un amplio inventario de cultígenos americanos y tomo conciencia de cuánto le debe el Viejo Mundo a nuestra América. (p. 11)

Es un clamor que hago en este pequeño trabajo sobre la imperante necesidad de exaltar lo nuestro y dejar de una vez por todas de arrodillarnos ante las cocinas ajenas.

-Juan Camilo Hernández-


El maíz

 Historia del producto

De acuerdo con Anglería (1944) “el maíz es el pan del pueblo” (citado en, Patiño, 2012, p. 49)
Este cereal constituyó el alimento más importante en América a lo largo de 100 grados geográficos. Se comía tostado, hervido y en formas diversas. La arepa o erepa era del dominio orinóquico de Venezuela, mientras que en la costa ecuatoriana de Portoviejo lo comían en forma de tortillas (Oviedo y Valdés, 1959, V, 97). “Entre estos indios de que voy tratando, y en sus pueblos, se hace el mejor y más sabroso pan de maíz que en la mayor parte de las Indias, tan gustoso y bien amasado, que es mejor que alguno de trigo que se tiene por bueno” (Cieza, 1984, I, 71). De Portoviejo para el sur, se comía maíz cocido y no en forma de pan (Oviedo, 1959, V, 106). Masato para ritos funerarios se hacía en Venezuela (Oviedo y Valdés, 1959, III, 31, 34) y ordinariamente una mazamorra rala de maíz, llamada cara (ibid., 33). Otras informaciones sobre el maíz y sus formas de consumo pueden verse aparte (Patiño, 1964, II, 92-154, citado en, Patiño, 2012, p. 104).

Las condiciones socioeconómicas creadas por la introducción de la economía mercantilista y capitalista, que no existía en América, fueron las que más duradero impacto tuvieron en las escaseces y hambres de varios períodos históricos. Una parte sustancial de la población indígena, la que producía la comida, fue echada a las minas o a trabajos en haciendas de españoles, por lo que no podían atender, a veces, ni aun a la subsistencia de sus propias familias. Varios conquistadores o funcionarios españoles fueron monopolizadores de suministros, especialmente de maíz, cereal que se puede almacenar (Patiño, 1965-1966, 331-334, citado en, Patiño, 2012, p. 56)

El maíz tostado y la harina de maíz le disputan al cazabe el primer lugar. Con él se aprovisionó Juan de Vadillo para su expedición desde Cartagena hasta el valle del Cauca, en 1537-1538 (Castellanos, 1955, III, 132). “Llevarán [los soldados en las expediciones] harina de maíz tostado lo más que pudiere, porque es el perfecto matalotaje para hacer sus mazamorras, que es lo que más sustenta y hace menos balume” (Vargas Machuca, 1892, I, 156, citado en, Patiño, 2012, p. 56).

Aun el maíz tiene razas que no son del todo inocuas. En la época colonial se registró la presencia, en la región de Muzo, del maíz peladero: “Se da muy bien y con abundancia el maíz en todas partes, pero en algunas es tan venenoso y nocivo que el que lo come se pela y muda las uñas, sea hombre, ave o animal y si moran indios en partes donde se da este maíz, nacen de las mujeres muchos monstruos (Simón, 1953, IV, 222, citado en, Patiño, 2012, p. 61) No obstante, el zoólogo Roulin hizo un estudio sobre esta raza en el período de 1824 a 1828 (Roulin: Boussingault, 1849, 262-266). 

Posteriormente se ha sospechado que dicho maíz pudo haberse producido con tales características en suelos con exagerada proporción de selenio. (Patiño, 2012, p. 62).

En la Nueva Granada, las tribus de los Llanos, cuando cosechaban el maíz, inmediatamente lo comían y bebían todo (Aguado, 1956, I, 598, citado en, Patiño, 2012, p. 61).

El maíz– se cultivaba hasta muy lejos al norte y al sur de la línea ecuatorial, y desde el nivel del mar hasta las mesetas altoandinas. (Patiño, 2012, p. 106).

El maíz como bebida

La predilección del amerindio por los alimentos líquidos está patentizada en todas las fuentes documentales disponibles. No solamente hicieron bebidas de granos, como el maíz y la quínoa, y de tubérculos, como la yuca y la batata, sino de muchas frutas. (Patiño, 2012, p. 107).

Masato

Recibieron en América los nombres de masato, aparentemente de raíz caribearawak; atole, cuando era de maíz crudo, y pinolate, cuando era de harina de maíz tostado (pinole, náhuatl). La chucula es harina de maíz blando o harinoso con adición de cacao. También se hacía con pulpa rallada de yuca. Masato. Los pijaos dieron un asalto a la primitiva Ibagué el 10 de julio de 1603: al salir en su persecución, se halló un rancho donde habían pasado la noche, y en él, entre otras cosas, “masato, sustento de indios, envuelto en unas hojas” (Ortega Ricaurte, 1949, 127, citado en, Patiño, 2012, p. 108). En otros episodios de la lucha contra esos indómitos aborígenes, se constató el consumo de masato, ora como alimento de sostén, ora para bebida fermentada (Simón, 1953, IX, 11, 82, 90, citado en, Patiño, 2012, p. 108)

Chicha

Parece fuera de duda que la chicha de maíz se utilizó en mayor escala que la de otras plantas. El carácter temporal del maíz hacía fácil la obtención del grano, que en climas calientes se puede cosechar de cuatro a seis meses, mientras que la yuca, aun la más precoz, no gasta menos de 10 meses a un año para estar de arranque. Hay sospecha de que algunas variedades de maíz de pericarpo rojo, rosado o morado fueron seleccionadas así para obtener bebidas coloreadas. El primero que hizo esta observación fue Cristóbal Colón, en Pania (bebida una blanca y otra casi negra) (Colón, H., 1947, 225, citado en, Patiño, 2012, p. 114), y en la costa de Panamá (vino blanco y tinto de maíz) (ibid., 298). Los motilones elaboran chicha de un maíz rosado (Wavrin, 1937, 139, citado en, Patiño, 2012, p. 114). En la costa norte del Pacífico, entre los cholos se conocen con nombres distintos, variedades de colores, para hacer la chicha (experiencia personal). Fue práctica seguida en toda América la masticación de algunos granos de maíz para echar a la masa o grano triturado, con el objeto de acelerar el proceso de fermentación. Los indígenas de las misiones de capuchinos del Caroní se bebían el maíz en chicha (1755) (Cuervo, 1894, IV, 223, Patiño, 2012, p. 115). Cuando Pedro de Heredia llegó al Sinú en 1533, halló cantidad enorme de chicha en una sepultura (Aguado, 1919, II, 45, Patiño, 2012, p. 115). De allí hacia el occidente, se usaba chicha de maíz (Enciso, 1948, 218, 219, 224, Patiño, 2012, p. 115). En el Amazonas, pese a ser predominantemente yuquero, se hacía también chicha de maíz (Figueroa, 1904, 206, citado en, Patiño, 2012, p. 115).


Abundancia de maíz
Cuando Jorge Robledo llegó con su gente a los gorrones, en 1539, halló tanto maíz y pescado que se pudiera estar dos meses con su gente invernando “y no lo acabara… Estos indígenas tenían abundancia de mantenimientos, por darse al año dos cosechas de maíz y de chontaduro. Respecto a la sazón de alimentos con sustancias minerales, sustituían la sal con ciertas plantas cocidas hasta la concentración.” (Robledo: Cuervo, 1892, II, 438, citado en, Patiño, 2012, p. 129).

Utensilios

Piedra de moler

A todo lo largo del continente donde existió el cultivo del maíz, quedan restos de piedra de moler, unas labradas, otras naturales. (Stone, 1958, 18, 26, 49, citado en, Patiño, 2012, p. 152). Complemento de la piedra de moler es la piedra de mano o destral. La primera se llama en quechua callacha, y el destral, de forma medialunar, tanay; el conjunto recibe el nombre de maray. (Patiño, 2012, p. 152)

Pilones

Los pilones para maíz se fabricaban por los indígenas, de las maderas más duras que se conseguían en cada área. En Sevilla, Valle, se recuperó por los guaqueros un pilón de madera de laurel peña (¿Eugenia?) con su manija (Arango, C., 1927, 156, citado en, Patiño, 2012, p. 155). También se usaba la madera de nogal Juglans neotropica (ibid., 160). Los achaguas entre Casanare y Meta usaban, para quebrantar el maíz, pilones y manillas de madera (Ojer, 1960, 184, citado en, Patiño, 2012, p. 155). Lo mismo en el Perú (Cobo, 1890, I, 343, citado en, Patiño, 2012, p. 155). Canoas de madera de 7’ x 3’ x 3’, para preparar la chicha, usaban los yurumanguíes de la costa occidental (Jijón y Caamaño, 1945, IV, 498; JSAP, XXXIV [1942], 1949, 6, citado en, Patiño, 2012, p. 155).

Cocina en el valle del Magdalena

La manera de cocinar o aderezar sus comidas es esta: toman una gran olla y pónenla al fuego, y allí echan mucha cantidad de hojas de auyamas, bledos y otras legumbres silvestres, y algunas veces por cosa muy principal, echan de las propias auyamas, y llena la olla de estas legumbres y agua danle fuego, y estando a medio cocer échanle dentro dos o tres puñados de harina de maíz, y aunque no esté bien cocido sácanlo y cómenselo, sin dejarlo mucho enfriar, con tanto gusto y sabor como si fuese otra cosa de más sustancia; y comido esto por la mañana y bebido algún vino de maíz, que es su principal sustento, se van a trabajar a sus labores, y no comen más hasta que a la noche vuelven. (Aguado, 1956-1957, II, 82-83, citado en, Patiño, 2012, p. 148)

Cocina indígena

Tienen de continuo una olla al fuego, y siempre está llena, y en ella pueden caber dos arrobas de agua, unas veces está llena de plátanos, otras de maíz, otras de cogollos de yerbas (o como aquí llaman) de yuyos.1 Tienen para su alimento el maíz, los chontaduros, yucas, fríjoles y varias otras cosas y raíces. De la yuca no comen la raíz sino la hoja. El tabaco lo cogen tierno y lo echan en la olla, con otras yerbas, y lo comen cocido. comen poca carne, y eso ha de ser paujil o pava. Comen pescado que allí hay en abundancia, y son muy propensos a la embriaguez, de que mueren muchos, pues en el tiempo en que yo estuve, murieron cuatro de las bebezones que en aquellos días tuvieron... (Ortiz, 1954, 196-197, citado en, Patiño, 2012, p. 148).

Departamento al cual pertenece

Tabla 1. Principales lugares de Colombia donde predomina el maíz

Lugar
Principal ingrediente
Preparación ancestral
Llanos del Tolima
A base de maíz y queso
Almojabana
Antioquia
Disco de maíz cocido, molido con o sin sal
Arepa
Valle
Hecha de maíz zarazo triturado con el pericarpo
Arepa de canchosa
Costa Pacífica
Especie de colada de maíz
Birimbí
Costa Atlántica
Maíz cocido molido, envuelto en hojas varias y hervido
Bollo limpio
General
Masa de maíz molido, con queso, frita en aceite
Buñuelos
Chocó
Arepa delgada de maíz
Cachitanta
Valle, Chocó
Costra de maíz que queda en el asiento de la vasija en que se cuece la masa
Carantanta
Popayán
Harina de maíz tostado con azúcar
Cauncha
Valle
Bizcocho de maíz cuadrado, con grasa de cerdo horneado
Cuaresmero
Tolima, Chocó
Cacao con harina de maíz Mazamorra de plátano Plátano con huevo
Chucula
Valle
Generalmente de maíz tierno hervido en hojas del mismo
Envueltos
Valle
Maíz mezclado con pulpa de pacó, Gustavia superba
Guacho
Tolima
Bebida dulce hecha con maíz con arroz fermentado
Guarrús
Cundinamarca
Bollo de maíz con sal, cocido envuelto en hojas
Insulso
Colombia en general
Granos pelados de maíz cocido y el caldo resultante
Mazamorra
Colombian en general
Maíz entero cocido, despellejado o no
Mote o mute
Magdalena-La guajira
Bollo de maíz con tubérculos
Naiboa
Colombia en general
Pasta solidificada de maíz molido, leche, dulce y especias
Natilla
Popayán
Sopa de maíz crudo molido
Sango
Cundinamarca
Maíz cocido con hojas de auyama
Soata
Colombia en general
Masa de maíz o arroz, con carnes varias y condimentos, que se cocina envuelta en hojas
Tamales


Fuente: Patiño (2012)




Proceso de elaboración del producto

Imagen 1. Estado vegetativo del maíz


El desarrollo de la planta de maíz se realiza en varias etapas reunidas en dos momentos principales: el estadio vegetativo y el estadio reproductivo.

De acuerdo con Ospina Rojas (2015):

El maíz tiene un amplio rango de usos, mayor que cualquier otro cereal, como alimento humano y animal, como grano y forraje y para uso industrial en diferentes formas. A nivel mundial, cerca de 66% del total de maíz cosechado se destina a la alimentación animal, 20% es consumido directamente, 8% es usado en procesos industriales para producir alimentos y otros productos y 6% se utiliza para semilla o se pierde. (p. 18)

Algunos autores indican que de la planta de maíz se elaboran más de 800 artículos. De sus granos se fabrican 274 productos y sus componentes estructurales participan en una u otra forma en la elaboración de 605 recetas culinarias. (Reyes Castañeda 1990, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 19)

De los once tipos de grano de maíz, el pira reventador (Zea mays L. var. everta) es el único que tiene la capacidad de explotar para producir crispetas. (Watson, S.A. 1998, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 19).

De los once tipos de grano de maíz, el pira reventador (Zea mays L. var. everta) es el único que tiene la capacidad de explotar para producir crispetas. (Watson, S.A. 1998, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 19).

Preparaciones a base del maíz

En Colombia los alimentos más comunes hechos de maíz son: tortas, arepas, bollos, tamales, empanadas, hervidos y cocidos (mutes, sopas, cremas, mazamorras, cuchucos, coladas), fritos (buñuelos, rollitos, croquetas, tortas, pasteles), horneados, panadería y repostería (pan, panochas, galletas, mantecadas, bizcochos, almojábanas, pandebono, panderos, colaciones, ponqués, pudines, flanes, natilla, dulces, gofios), bebidas (chichas, peto, guarapo, sorbete, champús), chocolate criollo, mazamorra, masa de maíz añejo, harina de meme, quesadillas, tortillas, migas, chócolo asado y maíz tostado. (Colegiatura Colombiana 2005). En algunos supermercados se vende maíz en forma de choclo o maíz verde, maíz dulce (sweet corn), choclos en rodajas enlatados y trozos tiernos (baby corn) (Vélez, J., 2005, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 19).

Elaboración del producto desde el punto de vista industrial

En la transformación industrial del grano de maíz, se utilizan actualmente los métodos denominados molienda húmeda y seca. Por medio de la molienda húmeda se extrae entre 93-96% del almidón contenido en el grano, el cual presenta características especiales para espesantes, pegantes, capacidad para formar películas y fácil digestibilidad. También se extraen productos como aceite de maíz, al igual que dextrinas, dextrosa, mieles, malto dextrinas y pirodextrinas, las cuales se emplean directamente en industrias de papelería, textiles, bizcochería, panadería, gomas de mascar, confitería, frutas enlatadas, adhesivos, harinas preparadas, vinos, licores, alimentos deshidratados, jarabes y alimentos mezclados, concentrados o balanceados o mezcla de subproductos de la industria para alimentación animal. Del germen del grano también se obtiene aceite para uso alimenticio, bajo en grasas insaturadas (colesterol bueno) y para la industria de fabricación de pinturas o jabón.

Con la molienda seca se busca una completa separación de las partes estructurales de los granos de maíz (capa de aleurona, pericarpio, endospermo y germen). Los productos típicos que arroja la molienda seca son: maíz molido y trillado, empleados en la alimentación animal (34%); sémola y harinas (60%), aceite (2%), residuos o pérdida (4%). De las harinas se producen alimentos de consumo humano; los derivados de la molienda seca se emplean en la fabricación de materiales para la construcción, para producir fluidos y para reforzar pozos petrolíferos. También se utilizan en las industrias de fermentación, papeles y sus derivados, drogas y productos farmacéuticos. (Watson 1978, citado por Torregroza 1997, Ospina Rojas, 2015, p. 19).

Influencia social, económica y cultural de cada producto de acuerdo a la región a la cual pertenezca.
Es muy difícil hablar del maíz en cada región ya que es un producto muy versátil y su influencia no es local sino nacional. Colombia es sinónimo de maíz. Más bien y por cuestiones de extensión se hablará de manera general y suscita sobre el mismo. De acuerdo con el Manual técnico del cultivo de maíz bajo buenas prácticas agrícolas, producido por la gobernación de Antioquia:

El maíz es el cultivo de mayor área sembrada, el más producido y consumido en el mundo desde 1998, cuando sobrepasó al trigo en volumen de producción; además, ha venido creciendo en los últimos años a una tasa anual del 2,5%. Se estima que el 92% de las siembras corresponden a maíz amarillo y el 8% restante al maíz blanco. El maíz se produce en todos los continentes; siendo 168 los países que lo cultivan. (FAO, citado en, Ospina Rojas, 2015).





Imagen 2. Producción mundial de maíz

El maíz, el arroz y la papa son los principales cultivos transitorios de la agricultura colombiana. El maíz se cultiva en todo el territorio y sus siembras se realizan en dos temporadas al año, coincidiendo con las épocas de lluvia de cada semestre.

EL maíz es considerado el principal cultivo de ciclo corto ya que ocupa el 15% del área agrícola, es generador del 4% de los empleos agrícolas y aporta un 3% al PIB agropecuario (El Universal, 2011, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 10).

Producción nacional

En Colombia se siembran aproximadamente 600.000 ha de maíz, siendo Córdoba y Tolima las principales zonas de producción con cerca de 80.000 hectáreas cada una.

A nivel Nacional, la mayor producción se ha concentrado en tres departamentos, que son en orden de importancia Córdoba, Valle del Cauca y Tolima, que siembran el 39% del maíz de Colombia; con cerca de 80.000 ha cada uno; la zona cafetera produce el 22%; Santander y Cesar producen el 15% y el otro 24% se produce en el resto del país. Antioquia siembra actualmente (46.400 ha), Bolívar (45.000 ha), Huila (37.100 ha), Cundinamarca (33.800 ha), Meta (32.700 ha), Santander (32.500 ha) y Cesar Norte (30.600 ha). (Fenalce 2013, citado en, Ospina Rojas, 2015, p. 11)


Imagen 3. Producción nacional de maíz



Antioquia es el segundo productor de maíz blanco del país, después de Córdoba, mientras que ocupa el octavo puesto como productor de maíz amarillo. El consumo humano de maíz blanco no es directamente del grano, sino maíz transformado en arepas u otros alimentos que utilizan harinas precocidas o masa húmeda como materia prima. La elaboración de arepas, tamales y otros alimentos derivados del maíz blanco descansa en la pequeña industria artesanal. El mercado nacional de harinas precocidas y de arepas se encuentra alrededor de 250.000 toneladas al año; la demanda del producto está centrada en los estratos 1, 2 y 3, con un consumo per cápita de 26 kilogramos al año. (Fenalce, 2007).

Conclusión

El alimento trasciende a solo comerlo. El alimento tiene alma, tiene historia, tiene identidad. Bien tenía razón Patiño (2012) cuando dice que para el hombre primitivo, la ingestión de alimentos estuvo asociada a creencias animistas. El alimento tenía una virtud mágica, y por eso debía tomarse como algo que, fuera de su valor presuntamente nutritivo (y esta concepción debió de ser posterior), tenía un valor ritual, ya sea protector y benéfico, o dañino, según las circunstancias. La comida participa de las cualidades y defectos del ser del que procede. Existe una cadena trófica más compleja que la revelada por la ciencia. Estas creencias llegaron a la sublimación en la elección de ciertos alimentos y bebidas mágicas. (p. 35)

Este trabajo es pues una mirada al universo de la alimentación desde la perspectiva histórica, en clave de la cultura, es indudablemente un esfuerzo invaluable en un momento en que el tema de la comida y la cocina está en el orden mundial, máxime si se trata de pensar lo propio, lo familiar, lo veredal, lo regional, lo local, lo “nacional”, lo continental y sus diversas dimensiones identitarias en el gusto y en la técnica. (Saldarriaga, 2012, 13) 

Referencias

Illera, C. (2012). Nuestras cocinas desde el Nuevo Reino de Granada (siglo XVI)
hasta la República (siglo XIX), a la luz de los escritos de algunos cronistas y viajeros. Carlos Illera. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2012. Recuperado de  http://www.mincultura.gov.co/Sitios/patrimonio/bibliotecas-de-cocinas/tomos/tomo04.pdf

Ospina Rojas, J. B. (2015). Manual técnico del cultivo de maíz bajo buenas
prácticas agrícolas. Recuperado de http://conectarural.org/sitio/sites/default/files/documentos/MANUAL%20DEL%20CULTIVO%20DE%20%20MAIZ.pdf

Patiño, V. M. (2012). Historia de la cultura material en la América equinoccial.
Tomo I. Alimentación y alimentos. Víctor Manuel Patiño. Bogotá: Ministerio de Cultura. Recuperado de http://www.mincultura.gov.co/Sitios/patrimonio/bibliotecas-de-cocinas/tomos/tomo01.pdf

Saldarriaga, G. Alimentación e identidades en el Nuevo Reino de Granada. Gregorio
Saldarriaga. Bogotá: Ministerio de Cultura. Recuperado de http://www.mincultura.gov.co/Sitios/patrimonio/bibliotecas-de-cocinas/tomos/tomo05.pdf