Técnica de
caramelización con azúcar
Nota
importante:
Para hacer
caramelo con este método, necesitarás 2 tazas de azúcar blanca granulada, 1/2
taza de agua y ¼ cucharadita de jugo de limón o cremor tártaro.
Dependiendo
del espesor que quieras, la proporción de azúcar y agua variará. Entre menos
espeso quieras el caramelo, tendrás que agregar más agua.
Usa una
cacerola de metal de buena calidad que tenga paredes altas y fondo grueso.
También
será mejor usar una cacerola hecha de un metal de color claro (como de acero
inoxidable), pues esta te permitirá ver si el caramelo se está dorando
apropiadamente.
Pasos
1. Mezcle
el azúcar y el agua
2. el
jarabe de azúcar deberá tener un color transparente
3. Pon la
cacerola a fuego medio a alto. Revuelve la mezcla constantemente con una
cuchara de palo o una espátula de silicona hasta que la azúcar empiece a
disolverse.
3. Deje
hervir o derretirse, cosa que ocurrirá a
160 °C (320 °F).
4. Añade el
jugo de limón o cremor tártaro (que deberás disolver primero en un poco de
agua) al jarabe de azúcar. Hacerlo te ayudará a evitar que la azúcar se vuelva
a cristalizar.
5. Apenas
la azúcar se haya disuelto completamente y la mezcla comience a hervir, deberás
dejar de revolver.
6. Pon el
fuego a medio y deja que hierva suavemente durante 8 a 10 minutos.El jarabe de
azúcar deberá hervir lentamente, no demasiado fuerte.
7. Será
importante que no revuelvas la mezcla a medida que el agua se evapore y la
azúcar empiece a caramelizarse.
Si
revuelves, solo harás que entre aire en la mezcla y reduzca la temperatura del
jarabe. Esto evitará que la azúcar se dore apropiadamente.
Además, el
caramelo caliente simplemente se pegará en la cuchara o espátula, se pondrá muy
duro y será difícil de limpiar.
8. La mejor
manera para calcular el progreso del caramelo consistirá en observar
atentamente su color. La mezcla pasará de color blanco a dorado claro hasta
color ámbar oscuro. Este cambio podría ser muy rápido, ¡así que no dejes la olla
sola! El caramelo quemado no se puede comer y tendrás que tirarlo a la basura.
No te
preocupes si el color ámbar oscuro parece desarrollarse en puntos. Solo
necesitarás levantar la cacerola suavemente por la asa y girar el contenido
para que el color se distribuya.
Será
importante que te abstengas de tocar o probar el caramelo mientras se cocina.
Por lo general, a estas alturas el caramelo llegará a unos 170 °C (340 °F) y te
quemará la piel.
Observa la
mezcla atentamente hasta que llegue a un color marrón intenso y uniforme.
Cuando todo el contenido de la cacerola llegue a ese tono uniforme y esté
ligeramente espeso, sabrás que el proceso de caramelización habrá culminado.
Apenas el
caramelo llegue al color deseado, sácalo del fuego inmediatamente.
Si dejas el
caramelo demasiado tiempo, se pondrá casi negro y tendrá un sabor amargo y
quemado. Si esto sucede, tendrás que empezar de nuevo.
Si quieres asegurarte de cortar el proceso de cocción para
que la azúcar no se queme por el calor residual de la cacerola, pon su base en
agua helada durante unos 10 segundos.
Sin embargo, si sacaste la cacerola de la cocina muy
temprano, podrás dejar que el caramelo repose durante un minuto y seguirá
cocinándose.
Nota:
El caramelo se endurece muy rápidamente después de que
enfría. Si esperas mucho tiempo para usarlo en el postre, podría estar muy
tieso como para verterlo o esparcirlo.
Si esto llega a suceder, simplemente tendrás que poner la
cacerola a fuego bajo y esperar a que el caramelo se vuelva líquido nuevamente.
Gira la cacerola, no la revuelvas.
Caramelización en seco
Este método consiste en calentar la azúcar sola hasta que se haga líquida, luego se carameraliza.
Echa una capa uniforme de azúcar blanca granulada a una
cacerola o sartén de fondo pesado y de color claro. Como este método no
requiere ningún otro ingrediente, la cantidad exacta de azúcar no será
relevante.
Calienta la azúcar a fuego moderado. Observa el caramelo
atentamente a medida que caliente. Se supone que empezará a ponerse líquido en
los bordes. El líquido primero será claro y luego pasará a ser marrón dorado.
A medida que la azúcar empiece a dorarse, mueve la azúcar
líquida de los bordes hacia el centro de la cacerola con una espátula de
silicona o una cuchara de palo.
De esta manera, te asegurarás de que la azúcar en el
exterior no empiece a quemarse antes de que la azúcar en el interior se haya
derretido.
Si hay una capa muy gruesa de azúcar en la cacerola, ten
cuidado de que la azúcar en el fondo de esta no empiece a quemarse antes de que
te des cuenta.
Es probable que la azúcar no se derrita de manera uniforme,
así que no te preocupes si tiene grumos en algunos lados pero en otros esté
líquido. Solo baja el fuego y sigue revolviendo.
No importa si no puedes derretir los grumos, porque podrás
colar el caramelo después para sacarlos.
Ten cuidado de no revolver en exceso el caramelo, sino la
azúcar empezará a amasarse antes de que pueda derretirse.
Pero no te preocupes. Si esto sucede, solo baja el fuego al
mínimo y abstente de revolver hasta que la azúcar empiece a derretirse
nuevamente.
Observa atentamente la azúcar mientras se carameliza hasta
que llegue exactamente el color correcto, ni más ni menos. La azúcar
caramelizada perfecta deberá ser de color ámbar oscuro, casi del color de una
moneda de cobre vieja.
Sabrás que el caramelo estará listo cuando haya pasado el
punto de humeo. Si lo sacas antes de que llegue a este punto, estará un poco
crudo.
También podrás calcular si el caramelo está listo por el
olor: tendrá que ser intenso con un ligero aroma a nuez.
Cuando el caramelo haya llegado a la perfección, no pierdas
ningún segundo para sacarlo del fuego.